La prestixosa Fundación Joaquín Díaz, asitiada n’Urueña (Valladolid), declarada en 2007 Villa del libro, presenta estos díes una esposición al rodiu del tema «El mundo al revés». Pol interés que tien, reproduzo la nota del catálogu («Parpalacio») que me llega en versión dixital. Joaquín Díaz ye un de los más importantes etnólogos españoles.
EL MUNDO AL REVÉS O LA LOCURA DE LOS HOMBRES
Tópico, utopía y realidad
EL MUNDO AL REVÉS es, sin duda, uno de los temas iconográficos más fascinantes y profundos de los repertorios de imaginería popular impresa, ya que a través de sus imágenes posibilita la visualización de uno de los tópicos sociales más potentes creados a lo largo de la historia de la humanidad. Un tópico que no sólo se mostrará en dibujos y grabados sino también en los textos literarios de autores como Erasmo de Rotterdam en su Elogio de la locura, Gracián o Quevedo. Todo se ha trocado ya; / todo al revés está vuelto. escribirá este último al comienzo de su poema Los borrachos en La hora de todos y la fortuna con seso.
Y así, en estas hojas de papel se reflejarán como en un espejo, la ambigüedad y ambivalencia de lo cotidiano del mundo real y el irreal en el que los miedos ancestrales (sol y luna por la tierra) se unen al humor y divertimento que surge de la contemplación de las escenas grotescas y el deseo al temor por el cambio y transgresión social que tales imágenes sugieren, en unos repertorios icónicos que entroncan directamente con las manifestaciones carnavalescas en las que, por unos días, se hace real otro mundo posible de aparente caos y locura para después volver a la real virtualidad de la lógica social tradicionalmente impuesta y aceptada. La locura de los hombres, será también el título de algunos de estos pliegos europeos a principios del siglo XIX, y es que, en efecto, los locos y los bufones sostienen un mundo patas arriba o lo hacen rodar, mientras Minerva, personificación de la sabiduría, el conocimiento y la razón, dormita sobre su escudo, como se representa en el pliego alemán de Paul Wolfgang Schwarz (Nuremberg, c. 1815).
Junto a esta simbólica y paradigmática imagen del mundo al revés, otras ilustraciones irán dando forma al tópico en una irreal sucesión de cambios de papeles en las jerarquías sociales, en las relaciones hombre-mujer, entre hombres y animales o animales entre sí, objetos e incluso seres figurados o metafóricos como la muerte o el diablo en Llegó mi hora y Dónde me llevas pícaro, en este caso, dos motivos exclusivamente españoles.
Algunas de estas imágenes ya aparecen representadas en ostracas y papiros egipcios y más tarde en el mundo clásico y medieval, aunque no será hasta la segunda mitad del siglo XVI (c. 1560) cuando se impriman en Italia los primeros pliegos en los que, a través de distintas escenas, se desarrolla gráficamente el tema. A éstos, seguirán los publicados en Holanda, Francia, Alemania, Bélgica, Inglaterra o Rusia. En España no se documentan hasta los primeros años del siglo XIX (Laborda, Mompié, Estivill y Calle del Gato), si bien, ya en los siglos XVII y XVIII se registran algunos pliegos editados en Francia (J. Ganiere y J. Honervogt) e Italia (Remondini) con el texto en castellano, continuándose su publicación en numerosas ediciones a lo largo del siglo XIX para concluir en los años treinta del siglo XX.
El tema del mundo al revés y sus motivos no se circunscriben exclusivamente al ámbito de los impresos populares y pueden ser fácilmente detectados en un buen número de pinturas y otras obras de arte de distintas épocas, como puede verse en los mundos imaginarios del Bosco (El Jardín de las Delicias), en los costumbristas de Brueghel (Proverbios flamencos – Combate entre Carnaval y la Cuaresma) o, mucho más cercano, en los Caprichos de Goya quien aprovechará una parte de este imaginario para mostrar y denunciar a través de él las caras más amargas de la agobiante y atrasada realidad social de la España de finales del siglo XVIII.
El tópico y realidad del Mundo al revés continúa hoy muy presente en el momento actual de cambios vertiginosos y agotamiento de los modelos tradicionales, que contemplamos con la misma perplejidad, sentimiento de caos y desconcierto con los que siempre ha mirado el hombre muchos de los acontecimientos que le han tocado vivir en cada época; esta pervivencia, junto a su universalidad, hacen de él un imprescindible lugar común y recurrente de nuestro imaginario colectivo a la vez que nos muestra que otro mundo también es posible.