Esti espaciu de güei taba empobináu a la collaboración deportiva del analista Antonio García Oliva. Una dolorosa circunstancia, de la que yá falé nesti blogue, impulsa a Antonio a facer un paréntesis nos sos comentarios y escribir un sentíu recordatoriu del fallecimientu de la nuestra hermana Rosa. Sirva como esceición nesti espaciu que nun pretende ser tan seriu. Perdón pol abusu.
DOÑA ROSA
por Antonio García Oliva
Se me acaba de ir otra de las mujeres importantes de mi vida: mi hermana, la mayor, Rosa. No ha sido la única, claro. La primera fue mi abuela materna Angelita, a la que todos llamábamos la Ibi, y a la que queríamos con locura. Marcó mi vida cuando era niño, por su cariño y sus cuidados. Me tenía mimado. Ella sola merecería un apartado en este Blog, pero baste hoy con estas pequeñas pinceladas. Mi abuela ha sido una de las personas mas buenas que he conocido. En todos los años de convivencia con ella jamás la vi enfadada, ni siquiera en los momentos familiares más difíciles. Era una cocinera sensacional y persona muy alegre. Le encantaba entonar cuplés y zarzuela, en la que era una verdadera experta.
La siguiente en irse, de forma prematura e injusta, fue mi cuñada Tere. Si es verdad eso de que el ser humano es único e irrepetible, en ella encaja a la perfección. Era diferente a todo lo que he conocido, sumándose un carácter afable con un gran carisma y talento. Tenia un gen personal que la hacia brillar especialmente. Sus libros de cuentos, pero sobre todo sus poemas en asturiano nos la recordarán siempre. No conocí a otra persona más cálida y cercana que Tere.
Pocos meses después se me fue también mi madre Florina. Qué decir de una madre… todo lo bueno, claro. Era cariñosa y protectora, muy activa, heredó de su madre la habilidad en la cocina. Era guapa y elegante, con una belleza natural que la hacía destacar. Decían que se parecía a la actriz Rita Hayworth, pero ya quisiera la estrella norteamericana. Como todas las personas que vivieron la Guerra Civil, estaba acostumbrada a vivir con muy poco y eso le sirvió mucho en épocas de dificultades. Su fallecimiento marcó un antes y un después en mi vida.
La ultima en irse ha sido mi hermana Rosa a la que yo siempre, en broma, llamaba doña Rosa, por darle la prioridad jerárquica entre los hermanos. Rosa siempre fue una persona buena y brillante, la primera de nosotros en todo. Escribía libros sobre dietas, obras de teatro, poesía, guiones de televisión, novela…Además pintaba al oleo con gran facilidad y aunque todo lo hacia bien, jamás se centró en un arte en concreto. Se podría decir de ella que fue una mujer del Renacimiento. Tenia mucho carácter y sobre todo mucha fantasía, seguro que de su etapa infantil donde leía con interés los cuentos de Antoñita la Fantástica. Yo siempre me llevé bien con mis hermanos, pero mi relación con Rosina fue especial a pesar de su lejanía en la capital, siempre añorante de poder regresar a su tierra, a sus raíces. Ahora ya está, y para siempre, en su mar Cantábrico, donde reposa desde hace unas semanas.
Doña Rosa, aún no me he hecho a la idea de un mundo sin ti .Que la mar te sea leve y te sirva de descanso eterno. Ya estás de vuelta en Gijón a donde siempre quisiste volver, y yo, que vivo enfrente de tu playa, me alegro mucho más porque así nos haremos mutua compañía.