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La tresformación, irreversible, de la playa de Xixón

La tresformación, irreversible, de la playa de Xixón

Mareona 3-2-14Anda’l personal xixonés mui escamáu col tema de les folones y de la playa. Nun se recuerda, y dellos yá peinamos canes, una entrada del agua hasta tan lloñe, cuasi cuasi hasta la mio cai (Adosinda) y con un estropiciu qu’apavoria. Ye verdá que’l temporalón azota a tol norte pero, anque la prensa estatal nun lo recueye asina, ye Xixón un de los llugares más dañaos. Pa saber un migayín más del tema, encargué-y al mio amigu Yano -Victoriano Sierra Ludwig- téunicu del Ministeriu de Mediu Ambiente dende va munchos años, comisionáu delantre la Comunidá Europea y xixonés «de pro», que me ficiere una cosina cenciella pa que los que lleemos esti blogue (yo métome tamién), podamos discutir en chigre con un pocu de «sabiencia». Esti ye’l comentariu que m’unvió y que yo vos espongo tal y como me llegó. A ver si vos presta.

 CONSECUENCIAS DE LA  DEPREDACIÓN, DETERIORO Y ESQUILMACIÓN DE LA PLAYA SAN LLORIENZU

Los recientes temporales marítimos que han desolado la playa de Gijón no pasan de ser una consecuencia, entre otros factores, de la incapacidad humana por afrontar racionalmente su armonía con el entorno. Casi siempre se alude a las imprevisibles reacciones de la naturaleza, pero pocas veces se profundiza en las causas antropogénicas de muchos desastres. Al menos, sobre lo acontecido con cierta reiteración en los últimos años cabe destacar tres factores determinantes que han actuado interactivamente con efectos de retroalimentación diáfanos.

Por un lado, basta con observar la estructura edáfica de los terrenos que hace casi un siglo configuraba la zona que hoy conocemos como el “Barrio de la Arena”. Efectivamente, de la arena. Aquello era un arenal íntimamente relacionado con el medio marino y las aguas de origen continental que lo esculpieron a lo largo del tiempo. A las labores ganaderas y especialmente agrarias, basadas en un forzado e imprescindible abonado de origen animal, les sucedieron la rapiña especuladora de los años cincuenta del siglo pasado, mediante la construcción – más bien, destrucción – del entorno, alcanzando el “climax” más insultante con la usurpación del astro rey durante  buena parte del año en un modelo que ha sido objeto de análisis críticos para los estudiantes de arquitectura a fin de tomar buen ejemplo de lo que no se debe hacer. Estéticamente, la zona más atractiva de Gijón se convertiría en un lugar profanado por la codicia y la incompetencia de los intereses particulares de algunos pocos. Ya, unos años antes se construiría el muro con una inconcebible apropiación de terrenos pertenecientes a los arenales generados por la acción marina e, incluso, de espacios pertenecientes al medio marino. Su irregular trazado ha configurado un caprichoso dibujo, absolutamente irracional, permitiendo que en pleamar la playa quede reducida a valores  mínimos, rayanos en lo ridículo. Había espacio más que suficiente para haber planificado una playa en condiciones.

Por otra parte, en medio de una oposición descabellada a cuantos testimonios proceden de expertos profesionales, enMareona 3 relación con el análisis en profundidad de las consecuencias del cambio climático, no se ha arbitrado ninguna estrategia en contraste con las medidas preventivas tomadas en otras latitudes. La realidad de los hechos nos demuestra que la temperatura del agua de la mar, en nuestra zona cantábrica, no se parece en nada a la existente hace más de cuarenta o cincuenta años. De ahí no es difícil deducir, aunque los datos procedentes de la evidencia empírica lo confirman, que la subida del nivel del agua es un hecho. La propia subida de la temperatura, al margen de otros fenómenos inducidos, pero concatenados, avala el aumento del volumen. En la década de los años sesenta, las temperaturas medias en agosto expuestas desde  la microfonía de la playa eran del orden de cinco o seis grados más bajas que las de los últimos años. La coincidencia de las grandes mareas en invierno con estados de la mar más agitados y la mayor temperatura del agua, facilitan el resto. En estos momentos, en pleno mes de febrero, las temperaturas del agua en la zona de Gijón alcanzan valores similares a los de buena parte del mediterráneo peninsular. En los casos más extremos, el diferencial no supera los dos grados.

Y, en tercer término, sin pretender ser exhaustivo, la construcción del “Nuevo Musel” se ha caracterizado por una elevada improvisación de carácter económico, creando un mastodonte sin visos de operatividad real ni de rentabilidad adecuada y por una clarísima alteración de las corrientes marinas y, en consecuencia, de la configuración y estructura del arenal de la playa. Incluso, las supuestas previsiones realizadas por la Universidad de Cantabria sobre el impacto ambiental inducido no han sido acertadas. Basta con ver la concentración de la arena en la parte este de la playa en contraste con la existente en la zona centro y en la parte más al oeste de “La Escalerona”. En fin, un caos.